GLORIA GARCÍA

Obra donde aparece: Gloria de Mastropiero

Influido por Compagniucci, Mastropiero compuso algunos tangos, y comenzó a ganarse la vida tocando el piano en un local de los bajos fondos, frecuentado por promiscuas alternadoras y mujeres de la calle. Trabajaba en ese antro tres noches por semana, hasta que no pudo resistirlo más, y comenzó a concurrir todas las noches. Entonces sí que no pudo resistirlo; demacrado y enfermo, se marchó de Buenos Aires con rumbo a Italia. Al desembarcar lo esperaba el cardenal Gemmelli, para invitarlo a tocar en el Vaticano esa misma noche. Ya en el carruaje que los trasladaba, el cardenal le preguntó: “Dígame, maestro, ¿trae alguna partitura de música sacra, algún Aleluya de los que usted solía componer con tanta unción, o un Credo, o un Magnificat? En latín, claro...” Mastropiero tragó saliva. “Bueno, eh... justamente tengo un Gloria, sí, je, je, un Gloria que todavía no, no ha sido estrenado...” Pero la verdad era otra. En su maleta tenía solamente los tangos que había compuesto en Buenos Aires; así estrenó ante el sínodo de los obispos un Gloria... que en realidad estaba dedicado a Gloria García, como queda claro ya en la primera estrofa:

Gloria, Gloria, Gloria.
Gloria, Gloria.
Gloria Deus.
Gloria García.
Gloria Deus.

Gloria mía,
cosita lindum,
recordo primum día
en que la vi a Gloria
entre mulieribus,
yo la vi a Gloria
en el ómnibus.
Alma mater
¡mamma mía!
una Gloria...