HENRY MARIE RAYMOND DE TOULOUSE-LAUTREC

Obra donde aparece: El Regreso del Indio

Pintor, grabador y dibujante francés. Nació en Albi el 24 de noviembre de 1864, en el seno de una de las familias aristocráticas más importantes de Francia. Su familia se instaló en París en 1873. En 1978 sufrió la rotura de su fémur izquierdo, al año siguiente la del derecho, razón por la que sus piernas sufrieron un desarrollo anormal a causa de una enfermedad congénita que le provocaba falta de calcio, conservó un torso normal pero las piernas no le crecieron. Sus habilidades para el dibujo fueron estimuladas por su tío, el conde Charles de Toulouse-Lautrec. Comenzó a pintar en 1878 en el taller de René Princeteau, pintor de temas militares y ecuestres. Más adelante estudió pintura con Joseph Florentin Leon Bonnat y Fernand Cormon. Frecuentó los cabarets del distrito parisiense de Montmartre, como el Moulin Rouge, y atrajo con su ingenio a un grupo de artistas e intelectuales entre los que se encontraban el escritor irlandés Oscar Wilde, el pintor holandés Vincent van Gogh y el cantante francés Yvette Guilbert. Visitante asiduo de el teatro, el circo y los burdeles. Los recuerdos e impresiones de los lugares y de sus personajes los plasmó en retratos y bocetos. Ejemplos son La Goulue entrando en el Moulin Rouge (1892, Museo Toulouse-Lautrec, Albi), Jane Avril entrando en el Moulin Rouge (1892, Courtland Gallery, Londres) y En el salón de la calle des Moulins (1894, Museo Toulouse-Lautrec). En 1890 ya había madurado su estilo, se apartó del Impresionismo y se acercó decididamente a Degas, tal como revelan el rico cromatismo, la importancia dada a la línea en la formación de la figura, y el lugar preeminente ocupado por las dinámicas figuras tomadas de la sociedad contemporánea y plasmadas en posturas características y naturales. El artista pretende dar a sus trabajos el aspecto sencillo y espontáneo del esbozo y, en realidad, a menudo sus formas se reducen a lo esencial hasta tal punto que parecen casi estilizadas. Realizadas con amplias pinceladas, sus pinturas y grabados son, en esencia, dibujos lineales. En las figuras, la cabeza aparece más acabada que el resto del cuerpo como si el ojo del pintor fuese el de una máquina fotográfica enfocada hacia un punto concreto de tal modo que el resto quedase desenfocado. Rechazando el claroscuro y el sentido plástico de la forma, se sirvió de una perspectiva descendente, cortante que recuerda tanto las estampas japonesas como el arte fotográfico de su tiempo. Su cromatismo es teatral y fantasioso, hecho de rojos oscuros y verdes. No fue un artista del plain-air: la luz, en sus escenas al aire libre, es cambiante y poco natural. Destacó, sin embargo, en la representación de la vistosa atmósfera de la vida nocturna, artificial, sórdida y densa. A diferencia de los Impresionistas, Toulouse-Lautrec, insistió mucho en las expresiones de las caras para revelar un carácter o un estado emotivo, y exageró los rasgos hasta caricaturizar los rostros, fascinado por temas muy peculiares como prostitutas o criaturas marginadas por la sociedad, grotescas y, al mismo tiempo, profundamente humana. En 1891 dibujó su primer cartel por encargo del Moulin Rouge para anunciar a los bailarines La Goulue y Valentín le Désosse. Su vida desordenada, su alcoholismo y un ataque de parálisis le llevaron a abandonar su estudio para refugiarse con su madre en el castillo de Malromé, propiedad de la familia, donde el 9 de septiembre de 1901 falleció.