LA REINA DE TROPSOUVENT

Obra donde aparece: Mi Amada Es una Máquina

Según la leyenda, el cruel y celoso monarca de Tropsouvent encerraba a la reina en la torre del palacio y la obligaba a usar un cinturón de castidad con siete cerraduras. Lo único que le era permitido en su encierro, eran las clases de filosofía que le daba un joven seminarista, que en realidad sabía muy poco de filosofía, pero en cambio era un experto cerrajero. La noticia recorrió el reino. Sabios y estudiosos de todos los rincones del país acudieron a palacio ansiosos por darle clases a la reina. La reina adquirió una gran cultura. La tristeza de su rostro dio paso a una plácida sonrisa y a un extraño brillo en su mirada...

La reina tomó clases de álgebra, laúd, alquimia, teología, resistencia de materiales, repostería, gramática griega, y hasta un curso de latín de conversación en grupo. El monarca, celoso de la sabiduría de la reina, ordenó al brujo de la corte que la hechizara; y así fue como la bella y sabia reina fue convertida en un monstruoso artefacto inanimado, que conservaría todos sus conocimientos, pero que sólo podrían ser descifrados por aquel que la amara con pureza.

Hasta aquí la leyenda. El poeta e ingeniero Armand Cerveaux está convencido de que la computadora de su amor, Dora, es la reina hechizada y que él es el predestinado a descifrar su sabiduría.