Manuel Darío (canciones descartables)
Obra nº: 126
Espectáculos:

Unen Canto con Humor
Con Les Luthiers y Sinfónica
¡Chist!

Discos: (No)
Vídeos / DVD: Unen Canto con Humor
¡Chist!
MM:
Ahora vamos a recordar a un famoso cantautor: Manuel Darío, ídolo de la música popular; un artista que ha vendido millones de discos, ha llenado estadios con sus recitales; veremos justamente fragmentos de esos recitales, también la grabación de una entrevista en la que Manuel Darío cuenta su vida, y testimonios de gente que lo ha conocido de cerca. Y lo recordamos hoy, porque como todos saben en estos días se cumple un triste aniversario: veinte años, veinte años ya del trágico día en que Manuel Darío… comenzó a cantar en público.

DR:

Cuando te veo
me late el corazón
cuando te veo
me late el corazón
cuando no te veo
también me late
¡qué suerte!
¡qué suerte!

¡Con esta canción gané el premio de las Sociedad de Cardiología!

LP:
Yo soy el que mejor conoce a Manuel Darío, he sido su representante todos estos años. Lo que más me atrae de sus canciones es su riqueza en concepto; en concepto de mi porcentaje. Es asombroso su éxito en general, pero quien más lo comprenden son los jóvenes, los muy jóvenes: de cuatro a seis años.
DR:

Yo nací en el seno de una familia muy humilde, en casa éramos muy pobres, y tuve que empezar a trabajar siendo muy pequeño; desde entonces ya componía pequeñas canciones… bastante geniales, la verdad; uno de mis primeros trabajos fue en un puestito de venta de frutas y verduras, y una de mis primeras canciones decía:

Vuelvo a ti tras larga espera…
¡pera, jugosa la pera!

Mientras componía las canciones, vendía la mercancía… eran peras.

Ven a mí,
de mi mano
tómate
¡tomate, tomate!

Esta lluvia a mí me empapa
¡lluvia!

A veces me equivocaba, también.

Pero la verdad es que yo soy lo que soy, tengo el éxito que tengo gracias a tanta gente que creyó en mi talento; por ejemplo en casa tuve muchísimo apoyo de mis padres… mis padres…

MM:
(Se ven dos figuras contraluz). Nosotros somos los padres de Manuel Darío
CN:
Y yo soy la madre.
MM:
No, hubo un pequeño error… nosotros somos los padres de Manuel Darío… no, lo que pasa es que está oscuro…
CN:
Josecito me decía cuando era chiquito, pobre, me decía… bueno, para mí siempre va a ser Josecito, ¿eh?, no "Manuel Darío", como le dicen ahora… me decía: "mamá, me encanta tocar la guitarra", oh, se pasaba el día practicando, ¡ay!: "cuando sea grande quiero ser cantautor, cantautor", me decía… en aquel entonces era un sueño imposible.
MM:
Sí, sueño imposible… en casa ninguno podíamos dormir.
CN:
¿Te acordás, viejo, cuando cumplió quince años? Ah, vos mismo le regalaste su primera guitarra.
MM:
Sí, se la quité, y la regalé.
DR:
Sí, mis viejos me apoyaron siempre muchísimo. Mamá es la de barba. Ella me dice Josecito porque me llamo José, "Manuel Darío" es mi seudónimo. Manuel Darío: como el poeta, el de las rimas de "Bécket": "Y yo que la llevé al río creyendo que era mozuela", "Ser o no ser, esa es la cuestión"… y tantas otras compuso. Hubo mucha gente que creyó en mi talento, como mi primera maestra, la señorita Cristina, ella también creía en mí.
JM:
Manuel Darío era un niño muy especial; ya de pequeño se destacaba de los demás… era muy burro.
DR:
La señorita Cristina… cómo me comprendía, jamás me reprochó que faltara a clase, es más, me pedía que faltara. Cómo lloró cuando repetí primer grado.
JM:
Ay, sí, pero pobrecito, cómo sufrió… jamás lo pudo superar… el primer grado.
DR:
La primera maestra, el primer amor imposible, y así fue, ella estaba enamorada de mí a pesar de la diferencia de edades… yo era mucho mayor. Y cuando estaba a punto de pasar a segundo grado tuve que optar: la música o seguir mis estudios…
JM:
¡La música, la música!
DR:
La señorita Cristina me impulsó a seguir con la música porque creía en mi talento. Al principio las cosas me fueron muy difíciles, pasé hambre, pero de a poco empecé a vender algunos discos, después vendí la radio de papá, el reloj… uno de mis primeros éxitos fue "Esa mujer me hace sufrir", todavía hay gente que lo recuerda…
LP:
Sí, sí, hay gente muy rencorosa.

DR:

Esa mujer me hace sufrir
ante su vista
quiero hablarle y no puedo
quiero hablarle y no puedo
esa mujer me hace sufrir
esa mujer… es mi dentista.

LP:
No se puede negar que Manuel Darío sabe conmover a su público; tiene muy claros sus objetivos: sus canciones tristes son para llorar, y sus canciones alegres... también son para llorar.
DR:
Al principio los críticos no me comprendían, pero con el tiempo me han ido aceptando cada vez más; sin ir más lejos, el crítico de la Gaceta del Espectáculo elogió la calidad y la cantidad de mi producción.
LP:
Dice el crítico: "En su obra la cantidad no va en desmedro de la calidad, todo lo contrario: va en desmedro. Su capacidad de producción es asombrosa, trabaja constantemente, como si no pudiera dejar de componer; y uno se pregunta: ¿no podría dejar de componer?"

DR:

Te quiero más que a mi vida
mi vida, eres tú
pero si mi vida eres tú
y yo te quiero
más que a mi vida
quiere decir
que te quiero más que a ti misma.

Qué filosófica esta canción ¿eh? ¡yo no la entiendo! Con la siguiente canción conquisté el mercado de los Estados Unidos.

Me enamoré en Ohio
a lo lejos canta un gallo
salalalá la la.

Bella muchacha de Texas,
¿por qué te vas y me "dexas"?
salalalá la la.

Pero la mujer de Nevada
es la más agraciada,
salalalá,
la mujer de Conéctica
es la más... ecléctica
salalá
y la mujer de Utah...
¡también!

JM:
Sí, sí, sí, claro, por supuesto, me acuerdo muy bien de ese muchacho. Él vino a verme a mi consultorio, yo soy psiquiatra, y lo encontré muy mal, muy transtornado.
DR:
Y justo en el momento de mayor éxito, cuando todo me iba bien, había conquistado los Estados Unidos, también había conquistado Norteamérica... me empecé a sentir mal, cada día peor, una cosa horrible, no comía, no dormía, me sentía vacío por dentro: eso es porque no comía. Tenía miedo de estar volviéndome loco, de ser un caso de asma, o doble personalidad o algo así... pero el doctor Pérez Osorio me tranquilizó por completo.
JM:
¿Doble personalidad? No, no, para nada.... él no llegaba ni a una personalidad. Vean, mis tratamientos consisten, en una primera etapa, en muy simples ejercicios para poner la mente en blanco y no pensar en nada.
DR:
Se ve que no me vio tan mal, porque me dijo que conmigo esa primera etapa no iba a ser necesaria.
JM:
Es que mi teoría sostiene que la mayoría de las personas usa solo la mitad de su poder mental, es decir, que desaprovecha el cincuenta por ciento de su poder mental.
DR:
Me dijo que yo era un superdotado...
JM:
¡Desaprovechaba el cien por cien!
DR:
Contando entonces con un diagnóstico favorable del Doctor Pérez Osorio le llevé mis canciones al gran académico, profesor y catedrático López Jaime.
MM:
¡Oppenheimer! Sí, por favor, yo me llamo Franz Oppenheimer, soy profesor superior de música, de armonía, composición y contrapunto; he sido premiado en música sinfónica, y en ópera y ballet condecorado... o sin decorado lo mismo... jo jo jo... claro, porque, lo explico... con-decorado y sin-decorado... ja ja ja. Manuel Darío está un poeta muy... ¿cómo se dice?... muy espontáne... muy espantoso, pero su música está fuero de la común... ¿cómo se dice?... que no se abund... eh, no: ¡qué nauseabunda!
DR:
El profesor López Jaime reconoció que mis canciones llegan al alma, que mis recitales no hay que pensarlos, hay que sentirlos.
MM:
En efecto, fui a uno de sus recitales... y realmente... lo siento.
DR:
Yo le confesé que tocaba y componía de oído; pero bueno, muchos inspirados compositores populares no saben escribir música.
MM:
¡Por lo menos saben escribir su nombre!
DR:
A medida que le cantaba mis canciones me di cuenta de que el profesor se iba emocionado visiblemente; hasta me pareció ver dos lágrimas que querían escaparse de sus ojos...
MM:
Bueno, eh, lágrimas escaparse no... Yo me quería escapar.
DR:
Por fin le pregunté: profesor ¿qué opina de mí como cantautor? y él me aconsejó firmemente que siguiera cantando.
MM:
Ah, sí, yo le dije: usted debe cantar... donde nadie lo escuche. Usted debe cantar para usted mismo; porque yo a usted, más que como cantautor, lo veo como "autocantor".
DR:

Bueno, ha llegado el momento de la despedida, les quiero agradecer muchísimo el homenaje que me han brindado, el cariño y la comprensión de todos ustedes para conmigo, realmente estoy muy emocionado; los quiero mucho, se lo digo de verdad, lo siento no solo como persona, sino como ser humano; lo que siento se resume en una palabra: mil gracias (los músicos le hacen señas con dos dedos)... dos mil gracias. Antes de terminar quiero presentar a mis músicos: Carlos Núñez, te presento a Jorge Maronna; Jorge Maronna, te presento a Carlos López Puccio; Carlos Núñez, Carlos López Puccio. Es la primera vez que tocan juntos. Voy a terminar entonces, como les decía, con un estreno absoluto para todos ustedes, mi última canción, que espero marque un "jito" en mi carrera de cantautor; con esta canción quiero dejar atrás una etapa juvenil, quizás un poco pueril, para entrar de lleno en una etapa "maduril", de mayor audacia en la temática de mis canciones, porque yo creo que hasta el amor se ve comprometido en estos tiempos por los problemas que aquejan al hombre moderno.

Tanto dolor hay en el mundo,
guerra, muerte, destrucción,
salalalá,
y tú no quieres hablar,
salalá,
conmigo;
tú no vienes,
salalá,
tú no vienes,
salalá,
conmigo.

Pobreza por aquí,
miseria por allá,
cantando las denuncio,
salalalá.

Soy el más grande soñador
sálala,
en medio de un mundo estúpido;
salalalá,
soy el más grande,
salalá,
es un mundo estúpido;
salalalá;
¡Soy el más grande...
salalalá la
...estúpido!

 
 

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Versión teatral espectáculo Unen Canto con Humor.
Teatro Auditorium, Mar del Plata, Argentina, 30 de enero, 1999.

MM: Marcos Mundstock - DR: Daniel Rabinovich - LP: Carlos López Puccio - CN: Carlos Núñez Cortés - JM: Jorge Maronna.

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